La historia de Megan y Sara y su aventura en el Valle Azul.
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Megan y Sara son dos niñas hermanas que viven en una ciudad grande rodeadas de edificios y coches. A pesar de que les gusta vivir en su ciudad, cuando más disfrutan es cuando hacen escapadas a la montaña para visitar la casa de su abuelo en el Valle Azul.
La casa de su abuelo está situada en un precioso valle rodeado de montañas. Hay un río muy cerca que cruza el valle, desde el que se observa una cascada impresionante. La hierba del valle es de un color verde intenso y brillante durante todo el año.
Un día, las dos niñas se levantaron muy temprano y emocionadas porque iban a visitar a su abuelo en el Valle Azul y de paso, hacer una excursión. Prepararon una mochila con bocadillos, agua y una manta para sentarse junto al río. Después de un largo viaje en coche, finalmente llegaron. Una vez que saludaron a su abuelo, corrieron hacia el río y se sentaron en la verde y fresca hierba. Qué felices estaban. Disfrutaron de los bocadillos y el paisaje, mientras observaban la cascada y el agua cristalina del río.
Al cabo de un tiempo, decidieron explorar un poco el valle y ver qué aventuras podrían encontrar. Caminaron por el valle, saltando sobre rocas y pisando la hierba alta. Mientras caminaban, encontraron un sendero que se adentraba en el bosque. Decidieron seguirlo muy emocionadas por lo que podrían encontrar. El sendero las llevó a un pequeño claro donde encontraron una flor muy extraña que nunca habían visto antes. Las hermanas sacaron una foto de la flor para mostrársela a su abuelo.
Continuaron su camino por el sendero, pasaron por un arroyo, subieron una pequeña colina. Desde allí, pudieron ver el Valle Azul en su totalidad. El valle era realmente impresionante y las hermanas se sintieron agradecidas por tener la oportunidad de estar allí.
Después de un largo día de exploración, volvieron a la casa de su abuelo, cansadas pero felices. Las dos niñas mostraron la foto de la extraña flor a su abuelo y le contaron su aventura. El abuelo estaba muy feliz de verlas contentas y de saber que habían disfrutado del valle.
Esa noche, los 3 se sentaron en el porche de la casita y vieron el cielo estrellado, mientras escuchaban los sonidos de la naturaleza. Las hermanas se dieron cuenta de lo afortunadas que eran por tener un lugar tan hermoso para visitar y un abuelo que las amaba. Las 2 niñas prometieron volver al Valle Azul cada vez que pudieran, para explorar y conocer más.
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